Probablemente

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Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida (un autobús).

Probablemente Dios no existe para quienes no le buscan. Sólo le encuentra quien le busca, aunque sólo le busca el que ya le ha encontrado (Pascal).

No está probado que haya Dios. ¿Y si lo hubiera? Por si acaso, en la ruleta de las probabilidades, el juego de tu vida, vale más apostar por su existencia (Pascal).

Sólo probable y no probado es Dios. Nada digno de probarse puede ser probado, ni “desprobado” (Tennyson, Unamuno).

Aunque sólo probable y no probado es Dios, a los más jóvenes no les vas a instruir en perplejidades tuyas, tan sólo en certidumbres (San Manuel Bueno).

No hay Dios, en absoluto. Si lo hubiera, no permitiría que personas vivas fueran arrojadas a hornos crematorios (Rutka Laskier, judía, 14 años, muerta en Auschwitz).

No hay Dios, estoy seguro. Desde luego, no lo hay, no está presente cuando más falta hace. No lo había, no estaba, doy fe, en Stalingrado (un soldado alemán en carta a su padre desde el frente).

Probablemente Dios no existe. Es su única excusa (Stendhal) por no haber estado en Auschwitz, en Stalingrado, en el Gulag, en el Congo de Leopoldo II, en la Camboya de Pol Pot, en Africa Central ayer y ahora, en Hiroshima, en la peste negra de 1347, en el maremoto de Lisboa de 1755, en el tsunami del Pacífico de 2004, en el terremoto de Haití en 2010, en ninguna pandemia, hambruna, erupción de volcán o temblor de tierra.

Seguramente Dios existe; y, si no existiera, habría que inventarlo. La simple idea y palabra “Dios” ennoblece al hombre. Pero toda su creación no vale las lágrimas de un niño  (Iván Karamazov).

Probablemente Dios no existe: no hay constancia y ni siquiera indicios de ello. Y de un profeta suyo, Jesús de nombre, tampoco hay noticias ciertas: que existió, murió crucificado, y poco más (Reimarus, Renan, Schweitzer, historiadores).

No es más probable el Dios de Jesús que el de otros deístas y monoteístas, filósofos o físicos (Newton, Kant, Schleiermacher, Buber).

Probablemente Dios es lo mismo que Naturaleza (Spinoza), que Yo (Silesius), que la honda base del ser (Tillich) o que Nada (Eckhart).

Probablemente Dios es un juego de espejos que refleja imágenes humanas y deseos no cumplidos (Feuerbach), un estuche vacío que contiene lo que a cada cual le complace colocar en él, la dicha, el instante feliz (Gide).

Quien habla a solas espera hablar a Dios, acaso, un día (Machado).

La he visto y me ha mirado. ¡Hoy creo en Dios! (Bécquer). Tal vez existe Dios a ratos.

¿Existe Dios? No hay que atormentarse por ello la cabeza. Es asunto por encima de nuestras facultades, capaces nada más de imaginar seres reales en las tres dimensiones del espacio (Iván Karamazov).

No hay Dios, probablemente. ¿Importa mucho acaso? Es importante no confundir la cicuta con el perejil. Pero creer o no creer en Dios no es importante en absoluto (Diderot). Aunque hubiera Dios, eso no cambiaría nada (Sartre).

No hay Dios, probablemente. ¿O sí lo hay? En cualquier caso, no hemos de pelearnos por afirmarlo o negarlo (un postmoderno civilizado).

Quizá no hay Dios aún. Y, sin embargo, lo habrá. Está todavía por llegar, por venir, por ser. Él es el venidero (Rilke, Juan Ramón Jiménez, Teilhard, Moltmann).

No hay Dios alguno a la vista; ni está ni se le espera (un crítico de Kepel y desengañado de Ortega).

Exista Dios o no, sexo, placer, dolor, muerte, nacimiento, vida, no son asunto suyo, ni de clérigos que abusan de su nombre para imponer sus reglas: son asunto de hombres, de mujeres (una militante de los derechos humanos).

Probablemente no haya otra vida que ésta. Así que deja de preocuparte y disfruta de ella (atribuido a Salomón, libro de Qohelet, Biblia hebrea).

Probablemente no hay más vida que ésta. Vive, aún así, de tal modo que merezcas vivir eternamente (Kant, Unamuno).

Entre los muchos dictámenes sobre Dios, el de que no le hay, acaso erróneo, es menos inexacto que cualquier creencia en cualquier clase de Dios –Yahvé, Elohim, Alá-, de dios o diosa.

Probablemente se aproximan mucho más a la verdad quienes matizan sus creencias con adverbios modestos: “tal vez”, “quizá”, “probablemente”, “acaso”  (el abajo firmante).

Alfredo Fierro